Azores, Canarias, Guadalupe, Guayana, Madeira, Mayotte, Martinica, Reunión y San Martin: nueve regiones insulares y una región aislada en el noroeste del continente sudamericano, a miles de kilómetros de Europa; unas bañadas por el mar del Caribe, otras, por los océanos Atlántico e Índico; portugués, francés y español, tres lenguas oficiales y tres nacionalidades diferentes para un conjunto de regiones que integran plenamente la Unión Europea y que forman un grupo peculiar y bien definido en su seno: las Regiones Ultraperiféricas de la Unión Europea (RUP).
Físicamente alejadas y aisladas del mercado europeo, pero plenamente Unión Europea a través de la adhesión de sus Estados Miembros, las RUP se encuentran en un contexto natural marcado por la insularidad, el vulcanismo, el clima tropical, la proximidad a otros países terceros menos desarrollados y la vinculación histórica y cultural con otros países con los que mantienen especiales relaciones.
Estas regiones tienen en común una serie de desventajas: dependencia económica del exterior, costes suplementarios debido a la lejanía e insularidad, tamaño reducido y exigüidad de los mercados, concentración de actividades en algunos sectores, alto nivel de subempleo, competencia de las producciones de los países vecinos en vías de desarrollo, etc. que, combinadas y acumuladas, afectan a su desarrollo económico y social.
A pesar de su escaso peso económico y demográfico en el conjunto de la UE, las RUP ofrecen relevantes ventajas a Europa. Su situación geográfica y su entorno natural aportan otra dimensión a la Unión Europea: una zona marítima y una posición geoestratégica valiosa; lugares privilegiados para la implantación de actividades de investigación científica y alta tecnología, un gran potencial para desarrollar las energías renovables y un marco natural excepcional para un turismo seguro y respetuoso del medio ambiente, entre otros.
Esta situación compartida las ha llevado a estrechar sus lazos de unión, afirmando su voluntad de cooperar con el objetivo de mostrar su potencial y de que la UE no olvide su realidad y su situación particular y específica, como única manera de lograr un desarrollo económico y social sostenibles, situándolas en una posición de igualdad respecto del resto de las regiones europeas.
Reconociendo su diversidad y fortaleciendo sus bases comunes, las Regiones Ultraperiféricas han basado su estrategia común sobre la realidad regional, sin olvidar su geografía: el espacio político europeo al que pertenecen, y al que aportan una dimensión planetaria, y su espacio geoeconómico, en el que aspiran ser un modelo de desarrollo sostenible, portador de valor añadido y de cooperación.
El reconocimiento de las regiones ultraperiféricas en el ordenamiento jurídico comunitario se sustenta en una serie de preceptos normativos.